martes, 3 de enero de 2012



Una vuelta por Albania.



La ruta que hicimos por Shqipëria.

Pero antes de ir a Albania pasamos por... Bari

28 de julio: camino de Bari.
Salimos de Madrid a las 2 de la tarde rumbo a Bari donde haremos escala y pasaremos un par de días.
Bari es la capital de la Puglia, región que conocimos hace muuuuuchos años. Es una ciudad "manejable". Tiene esa elegancia típicamente italiana y la luminosidad del sur lo que te hace sentir como que el tiempo se ha detenido.No me importaría vivir en ella.
Tanto la cittá vechia, con sus callejuelas encantadores, como la ciudad nueva con sus avenidas comerciales, no te dejarán impasible.
Bueno, pues llegamos a Bari a las 4.30 de la tarde y el primer problema es que no nos acordábamos del nombre, ni la dirección del hostel. Tuvimos que llamar a España.
Por fin contactamos con un hindú que es el "chico para todo" del hostel y nos mete en un cuchitril de la parte vieja que se supone es la recepción. Allí le pagamos las 2 noches que pasaremos antes de ir a Albania y una de la vuelta. Total 260 euros todos, por una habitación con el rimbombante nombre de "imperial family" que resulta ser una doble con supletoria. Estéticamente interesante pero con unos fallos por los que pierde su encanto: ruidosa, desayuno mierdoso e hindú que no da abasto.
Salimos a dar una vuelta por la ciudad nueva. Cenamos y a la cama.

Hostel Santa Claus. Cittá vechia



El techo de la habitación.

29 de julio: Bari
Bueno, pues nos despertó bien temprano la bomba del agua que tenemos encima de la cabeza (los inconvenientes de dormir en la habitación de abajo). Medio desayunamos lo que tenían puesto (una porquería) y nos fuimos por la parte antigua. Visitamos la catedral, San Nicola, con boda incluida, y el Castelo, para acabar comiendo en el corso Vittorio Enmanuele con más glamour que comida.
Hemos pensado que lo mejor que podemos hacer al día siguiente es dejar las maletas en la estación de tren a primera hora, puesto que el bus hacia el aeropuerto sale de allí. Así que nos acercamos dando un paseo para enterarnos de horarios y demás.
Más tarde nos fuimos hasta el paseo marítimo, que es realmente delicioso, y allí cogimos un autobús hasta el trozo de playa que tiene Bari. Aparte del nombre (Pane e Pomodoro), no tiene nada especial. Al volver nos cogió la habitual tormenta de las 7 de la tarde y compramos habitual el paraguas de todos viajes.
Cenamos en una pizzería al lado del hotel super barata porque tú haces de camarero. De todas formas, como no entendíamos el sistema, el dueño nos sirvió. Dormimos fatal porque oíamos a todo el mundo subir las escaleras, tirar de la cisterna, la bomba del agua que se rellena... Vamos que el que se aloje aquí, tiene que pedir la habitación del segundo piso, mucho más silenciosa como comprobaríamos la noche de vuelta.


La mamma haciendo pasta.


Yo misma.




Mi santa! Cómo acabaste.


Cripta de la Catedral.



Il Castelo.


Catedral de Santa Sabina.




Teatro Petruzzelli.



Il lungomare.


30 de julio: Nos vamos a Albania.
Nos levantamos y apareció el hindú que tuvo que aguantar un chaparrón de quejas. Pero, bueno, esta gente cree en la reencarnación y le resbala todo. Más le vale darnos otra habitación a la vuelta.
Nos vamos andando hasta la estación y dejamos las maletas en la consigna (16 euros , las 4 maletas). Entramos en un cyber para imprimir la tarjeta de embarque Bari- Madrid de la vuelta (estos ryaneros son como ratas). Acabamos comiendo el La Buffala, un restaurante recomendable de la parte nueva.
Volvemos a la estación de tren y desde allí cogemos el bus al aeropuerto que nos costó 4 euros/persona.


Esto nos llevó a Albania.



Estamos llegando...

Cuando vemos el avión de hélice hasta los albaneses se ríen. El comandante pilota mucho mejor que los ryaneros y nos dan hasta un buen café. El vuelo dura 45 minutos. Se ve bonito el país, muy montañoso, como luego comprobaremos.
La costa se ve desierta, sin explotar. Al fondo, montañas escarpadas. Y en los sitios más insospechados, donde sólo se ven caminos, aldeas.
Llegamos al aeropuerto y como siempre, nos precipitamos y cogemos el primer coche que se ofrece a llevarnos hasta Tirana. Nunca aprenderemos. Pagamos 20 euros el viaje cuando el taxi oficial cobra 17.

El hostel......... muy básico aunque con ambiente muy agradable. Si es que ya vamos siendo mayores para estos ambientes. Dormimos los 4 en una habitación de 6. No podemos pedir mucho por 12 euros/persona/noche. Balma encantada con Gjira, el peluchón de perra que tienen.
Dos de las chicas hablan un casi perfecto español. Dicen que lo han aprendido viendo la tele. No sé, no sé.
Un italiano nos acompañó a cenar a un restaurante cercano que se llama Oda. Es de cocina albanesa y barato. Los 5 pagamos 4000 lekë, unos 28 euros más o menos. Cuando llegamos al hotel jugamos una escoba y nos dormimos hasta que nos despertaron unos juergas.



Estatua de Skënderberg.
31 de julio: Tirana
Nos despertamos temprano pero como nos lo tomamos con calma, yo me tuve que duchar con agua fría. Desayunamos café o té, pan, mermelada de higos, queso y sandía.
Hemos salido a explorar la ciudad. La verdad es que es bastante feíta pero si buscas, siempre encuentras lugares con cierto encanto. Desde luego, por sí misma, no merece un viaje. Pero si vienes a conocer Albania no está de más dedicarle un día.
Para empezar, está toda la ciudad en obras. La Plaza Skënderberg, el mosaico del Museo de Historia con andamios...las aceras desaparecen de repente... las casas son feas y construidas con materiales baratos, muchas de ellas sin lucir. Un país demasiado pequeño y sin industria. Difícil salir adelante. Alguna casa, algún rincón...se salva de este caos.
La gente es amable y se sorprende de que seamos de España. Aquí deben venir contados.
Hemos ido a comer a un restaurante que se llama Manhattan. Vimos un par de teles grandes con la carrera de Fórmula 1. Comimos regulín y encima, al pagar no nos dieron la vuelta. Reclamamos pero sólo nos contestaban en albanés y pasaron de nosotros. 5 euros que nos tangaron los muy jetas.
Continuamos de paseo y llegamos a la Galería Nacional de Arte donde obras de realismo socialista ensalzando los valores del pueblo, los oficios...lo típico. También había una exposición de fotos de Martin Parr cuando vino a Albania en los años 90. Fotos muy curiosas.
Seguimos paseando en busca de esos rincones que aún guarda la ciudad, a pesar del desierto creativo de la época comunista.
Hemos vuelto a cenar en el restaurante de ayer. Y como ya vimos casi todo lo que merecía ser visto, mañana vamos a coger un bus para ir a Krujë.


Unas fotos de la mezquita de Ethem Bey.



Plaza Skëndenberg... en obras.



Parques: el ocio de los albaneses.


La calle Abdi Toptani


Fotos antiguas en la Galería Nacional de Arte.





Realismo socialista.



Lo siento Belén, es la única foto del "monumento".
Bueno, pues "esto" lo llaman la pirámide y antes era un museo en honor a Enver Hoxha. Fue diseñado por su hija Pranvera y sólo tiene 23 años aunque por su aspecto cochambroso bien podría tener...






Atracciones fashion.


Desagües sobre el río Lanës. Bien sucio, por cierto.



Las famosas casas coloreadas.


Puente otomano de los Curtidores.





Una casa otomana reconvertida en el restaurante Sarajet.


Observen al punto sentado.



1 de agosto: A Krujë
Un taxi nos llevó al barrio donde se cogía el bus a Krujë (500 lekë). No era propiamente la estación de autobuses, sino un negocio privado. Tienen en la calle unas furgonetas del año catapún, pagas 200 lekë, montas y cuando tiene pasajeros para rentabilizar el viaje, se van . Por cierto, el tipo pasó por el aeropuerto para comprar tabaco.
Después de un atasco monumental en Fushë-Krujë (ellos hacen los atascos con su forma de conducir), llegamos a Krujë que, en conjunto, es bastante feo. Sólo se salva el bazar turco, que es la calle que veis en la foto y la ciudadela que no es para tirar voladores.
Tiene el Museo histórico, diseño de Pranvera, la hija de Henver Hoxa. No entramos porque está dedicado a Skënderberg y , la verdad, ya hemos visto suficientes estatuas del héroe nacional. Al lado está la tekke bektasí Dolimës, de la familia Dolima, encargada de vigilar la fortaleza y que actualmente es un centro religioso sufí.
De la ciudadela poco queda; una torre, la casa de baños y parte de la muralla. Ha sido rehabilitado por la UE.
Al bajar de la ciudadela, comimos pollo caldoso a la albanesa, a la sombra de una parra en la terraza de un agradable restaurante.
Después fuimos bajando hasta llegar al bazar turco del siglo XVIII y que fue restaurado en los años 60. Ocupa una calle empedrada en medio de la población. Son tiendas con artesanía de lana, cuero. No hay gran cosa. Nosotros compramos unos patucos de lana afelpada.
Volvimos a Tirana en una furgoneta con unos italianos que habían estado por el sur y nos dieron información.
Al llegar nos fuimos andando hasta la zona de moda , mucho terraceo, chicas guapas tiendas... y fin de Tirana.

La calle donde se coge la furgo para Krujë.


La torre y la casa de baños.


Grabación de un videoclip.


La única calle decente de Krujë.


El Museo Histórico dedicado a Skënderberg


Este peluche lo ponen para atraer la fortuna al hogar.


Eh??????????


La zona de moda en Tirana.


Libros usados.


Balma y Gjira.

2 de agosto: hacia Komani
Nos levantamos a las 8, recogimos y nos fuimos a coger el coche que teníamos reservado a las 11 de la mañana. Cómo no! no estaba preparado. Y al final fue una suerte porque estuvimos hora y media recibiendo una lúcida lección de historia de Albania por parte de Claude, el encargado de la empresa de coches. Salimos de Tirana hacia Komani. La carretera está bastante bien, salvo algún tramo al final. Hay que ir despacio por el tráfico y los baches. Pensábamos que Komani era un pueblo, pero en realidad son 4 casas. Paramos en el bar que hace esquina antes de pasar el puente y preguntamos por un hotel. Nos mandan al Franzese porque dicen que es el mejor. Son 10 euros por persona con desayuno en habitaciones dobles. No es una maravilla pero está limpio y el encargado es sencillamente encantador. Una vez instalados, queremos ver el lugar exacto donde se coge el ferry. Hay que subir hasta la presa por la falda de la montaña y pasar por un túnel excavado en la roca de unos 500 metros. Es impresionante. En el embarcadero hay un bar y tomamos una birra. Nos enseñan un oso disecado que mataron en las montañas. Le han puesto unos ojos verdes saltones que parece que tiene hipertiroidismo. Una joyita, el taxidermista que firma el trabajo.
Hago una inspección ocular de las orillas del pantano y veo que si se hunde el barco, aunque llegues nadando a la orilla, no tienes dónde agarrarte.. Son paredes verticales. Da un poco de yuyu.
Volvemos para ver la escuelita, el ayuntamiento y el cementerio. Todas las personas que nos encontramos nos saludan. Vamos a cenar al bar donde preguntamos al llegar. Ternera a la plancha, trucha asalmonada del pantano, patatas fritas y ensalada. Riquísimo.



Llegada a Komani.

Hotel Franzese.



Mal rollo antes de pasar el túnel.

El embarcadero.



No sé quién estaba más asustado.

3 de agosto: Lago Komani y Valbonë.
Ayer por la noche no podía dormir por culpa del silencio que había. No se oía nada de nada. Hoy desperté a las 5:30; sería el miedo a perder el ferry.
Desayunamos bien atendidos por Agustín (el encargado del hotel que veranea con Marita y su VW en Murcia. Llegamos al embarcadero a las 9. Ya había unos cuantos coches y camiones esperando. También algún extranjero. Llegó el ferry y en un pis-pas, descargó y embarcó a los que esperábamos. A los pasajeros les cobran 400 lekë, al conductor 300 y al coche 2000. Niños gratis. Salimos a las 10. El paisaje es espectacular; sólo comparable a las Tres Gargantas del Yangtzé y a los fiordos noruegos. Dos horas de riscos, estratos y aguas verdes. Las montañas caen en picado sobre el agua. De vez en cuando se ve alguna casa perdida en las laderas.
Llegamos a Fierzë y desembarcamos. Allí compramos pan para acompañar al jamón de bellota que llevamos y tiramos para Valbonë. La carretera no está mal y vamos preguntando porque tanto el mapa como las señalizaciones son penosas.
Nos adentramos en el valle y vamos al lado del río que tan pronto lo dejamos a la derecha como a la izquierda. Es un río de montaña con aguas cristalinas y heladas. Balma se quiere bañar y sale del coche muy decidida pero sólo fue capaz de meter un pie que se queda helado en segundos.
En Valbonë acaba la carretera y sólo puedes pasar a Thethi a través de un camino de que cruza las montañas. El trayecto dura 5 horas y aconsejan hacerlo con un guía porque es un poco peligroso. El paisaje es espectacular. Estamos rodeados de montañas de más de 2000 metros nevadas en agosto. Un lugar perfecto para perderse.
Comimos unas truchas del río y comenzamos a bajar. Nos habían dicho que la carretera que va paralela a la frontera con Kosovo era nueva, así que fuimos por ella.Craso error. está en obras y en algunos tramos nos iban poniendo el asfalto para estrenarlo. 4 horitas de botes! A Balma se le cortó la digestión. Llegamos de noche a Kukës y nos vamos al Hotel Kastrati (10 euros/ persona). Supercansados.




Los primeros en embarcar.


No dejo de sorprenderme con estos albaneses.


El capitán!!!!!


Dos horas grandiosas.











Unas fotos del valle de Valbonë.














Y tuvimos que esperar a que nos hicieran la carretera.


Hotel Kastrati, una habitación con vistas.


Contrastes...
4 de agosto: El Drinit Të Zi
Salimos de Kukës a las 9:30 para hacer la carretera que bordea el Drin Negro hasta Peshkopi. Hemos leído que es una locura de camino de cabras infernal y sorprendentemente, por aquí nos dicen que es buena carretera. Pero al ver que la estaban arreglando, supusimos que la guía se había quedado desfasada. Pues eso, que cogemos la ruta que va al lado de la frontera con Kosovo. Sencillamente vas por la cumbre de las montañas y de vez en cuando bajas a los valles. Un espectáculo.
Toda esta zona está minada y supongo que seguirá por los siglos de los siglos así, porque no hay dinero para limpiarla. También vemos muchos búnkers salpicando el paisaje. Es difícil deshacerse de ellos porque son 5 toneladas de hormigón. Forman un conjunto con cierto atractivo a pesar de su fealdad individual.
Los búnkers merecen una explicación más detallada. Están dispuestos en red. Es decir, había un búnker "matriz" más grande con emisora que recibía las órdenes y mediante señas, pasaban la información a los búnkers individuales que tienen dos ranuras, una orientada al búnker matriz para comunicarse y la otra... para disparar.
Como Enver era un paranoico colocó unos 800.000 por todo el país.
Llegamos en 3 horas a Peshkopi y fue allí donde nos dimos cuenta que no era la carretera "verdadera". Como no nos poníamos de acuerdo, decidí yo. Nos iba a remorder la conciencia por no haber visto el desfiladero del Drin. Así que cruzamos al otro lado del río y cogimos al fin LA CARRETERA. Bien, esta ruta sólo se le ocurre hacerla a un chiflado. 5 horas dando botes entre piedras. No hay asfalto. Subes y bajas montañas por curvas y contracurvas. Sin carteles en los cruces de caminos. No hay nadie que hable otro idioma que el albanés... una locura.
Paramos en una aldea para comer unos bocadillos que llevábamos hechos. Los niños nos miraban como si fuésemos extraterrestres y un chico se acercó y nos regaló una bolsa de ciruelas y manzanas y una botella con agua helada. Él ya preveía lo que nos esperaba.
El paisaje es espectacular. Pequeñas aldeas colgadas de las montañas, el Drin abajo, muy abajo de un azul intenso...
El problema empezó cuando vimos que aquello no acababa nunca y se encendió la reserva del gasoil. Tuvimos que quitar hasta el aire acondicionado para gastar menos. El agua, calentona ya, se acababa y... también nos perdimos un poco. Menos mal que llegó un mozo a caballo y nos indicó. Por fin llegamos a una carretera asfaltada con una gasolinera muy oportuna. En Kukës decidimos seguir hasta Lezhë para, al día siguiente estar más cerca de Thethi.
El hotel Liss (15 euros/persona) no tiene mala pinta por fuera pero está en obras de las de verdad. Me explico, las cristaleras de los descansillos de las escaleras están al aire. Es decir, q si un crío baja corriendo puede perfectamente caer al vacío. Escaleras en cemento, cables por ahí... Aún así, nos quedamos porque estamos cansados. Entre las dos habitaciones hay un boquete por el que vemos la cama de Balma.



Subimos por esas ¿carreteras?


Bucólico.


Otra forma de juntar la hierba.


Bunkers en la frontera de Kosovo.



Son guapas estas vallas.




El Drinit Të Zi.

La carretera de vuelta. La guapa.



Lezhë.

5 de agosto: Thethi
La despedida del hotel ya fue triunfal. No dan de desayunar ni pagando. Unos cutres.
Salimos hacia Thethi. Me he puesto perrunamente enferma. Sería de beber agua de los ríos de por ahí. Hasta Shkodër la carretera es bastante buena, después... obras, polvo y lo de siempre en este país. El no va más, es a partir de Bogë. Ahí empiezan los últimos 25 Km de pedregal que hay hasta llegar (2 horas). La cosa consiste en subir una montaña hasta arriba y después bajar hasta el valle de Thethi. Una locura de precipicios y una maravilla de paisaje. El fin del mundo es maravilloso.


Al fondo, la montaña que tenemos que subir y bajar hasta Thethi.


Subiendo a Thethi. Últimos 25 km.



Llegamos a la aldea de Theth que es el centro del parque nacional. Se van a comer a la casa Prel Harusha y yo me quedo durmiendo en el coche porque estoy para echar a los perros. La comida (para 4, aunque querían cobrar sólo 3, fueron 1500 lekë) consiste en una sopa de verduras, tomates en vinagre, pimientos, queso de allí... Salen contentos.
Las puertas tienen un montón de cerraduras y es que nos explican que sólo están allí en verano porque en invierno es imposible pasar. Fueron a dar una vuelta y Balma se les cayó al río. La pobre llegó al coche tiritando. No quedamos a dormir allí porque yo prefiero salir del valle (más cerca de un médico, por si acaso).





Poco antes de caer al río.


Esto es lo mejor de los últimos 25 Km.

Al llegar a Bogë vemos un cartel de un hotel que es una casa de nueva construcción. Es el Alpine Holiday Let y el que trata con los clientes es... Aldi Ulaj, un chaval de 12 años. Un verdadero crack. Chico listo que llegará lejos.
La parte baja de la casa son los apartamentos que alquilan y la familia vive arriba. Decoración de Ikea (no me imagino cómo la han subido hasta aquí) y un buen sitio para hacer un alto. Cenamos allí mismo y dormimos como los ángeles. 15 euros/persona.
Estos gochinos de Aldi tienen cara de mal humor.


Balma y Benji.


Una foto con Aldi, "el gerente" del hotel y los abuelos en el balcón.

6 de agosto: Bogë-Berat.
Nos levantamos, desayunamos y nos despedimos de la familia. Dos de las ruedas del coche están bajas porque tienen dos bonitos clavos. Paramos en un garaje de Koplik para hincharlas. Desde aquí hasta Shkodër hay un tráfico infernal, muchas obras y polvo que nos entra hasta en las orejas. Pero allá que van en procesión los invitados de una boda. Todos de tiros largos y sentados en el marco de las ventanillas con medio cuerpo fuera agitando pañuelos y pitando. Han asimilado que el polvo forma parte de sus vidas.
Decidimos evitar Tirana y vamos hacia Durrës donde conseguimos perdernos. Pero como la gente es muy amable, un señor coge el coche y nos "coloca" en la dirección correcta. Al llegar a Fier nos desviamos hacia Berat. Una locura de carretera llena de obras. No sé, me gustaría volver dentro de 10 años y ver en qué acabó tanta obra.


Caos circulatorio.

Fuimos directos al Hotel Mangalemi del que teníamos buenas referencias. Está completo pero llaman al Osumi y vamos para allá. Sólo les queda una habitación libre con dos grandes camas y decidimos quedarnos porque la verdad es que está impecable. Han abierto hace 4 meses y está regentado por la encantadora Lela y su marido. Las sábanas blanquísimas como hemos podido comprobar en toda Albania. Nos cuesta 15 euros persona/noche. Balma no paga. Un lugar muy recomendable.
Aquí nos lavan la ropa que teníamos acumulada. Creo que nos costó 5 euros la colada.


Lela, la dueña del hotel Osumi.

Y ya instalados, nos fuimos a dar una vuelta.
Berat, la ciudad de las mil ventanas, es Patrimonio de la Humanidad y uno de los lugares imprescindibles que hay que visitar. Es una ciudad tranquila donde la gente se sienta en las calles por las noches a charlar. La parte antigua está formada por tres barrios: Kalajë (la ciudadela), Mangalem o barrio musulmán (en la ladera de la colina) y Gorica (al otro lado del río). Estos tres barrios tradicionales quedan separados de la ciudad nueva por un largo paseo con árboles al lado del río.
Esa tarde decidimos cruzar el puente y conocer Gorica el barrio más tranquilo y con el encanto de lo sencillo. Tiene un par de iglesias medievales interesante: Santo Tomás y el monasterio de San Spyridion. Tuvimos la suerte de encontrar al señor que tiene la llave y nos abrió a cambio de una propina.
Después de callejear un poco por las calles empedradas, volvimos a cruzar el puente hacia Mangalem. En la ribera encontramos la única tienda con algún chisme para comprar. Nada de otro mundo. Merqué un molinillo turco de café. Esas cosas que cuando llegas a casa no sabes dónde poner. Paseamos un poco por calles del mismo estilo. En este barrio las casas tienen más prestancia.
Cenamos, jugamos una escoba, que es el descubrimiento de Balma en este viaje y nos fuimos a dormir, como troncos, por cierto.


Barrio Mangalem.


El río Osum que cruza Berat.


Callejuelas del barrio de Gorica.




Monasterio de San Spyridion.


Otro peluchón!



7 de agosto: Berat
Desayunamos en la terraza del primer piso: fruta, tostadas, mermelada, zumo y café.
Ya casi estoy repuesta de mi mal del viajero.
Yo quería subir al castillo con el coche pero Alberto (que "habitualmente" se pone en el lugar de los demás) se empeñó en ir a pie. Casi muero en el intento con aquellos 45 minutos bajo un sol de justicia.
Arriba llegó también la boda esta que veis...en coches, por supuesto. Todos con los pañuelos al aire y la fanfarria acompañando, se metieron en una casa.
Dentro de la ciudadela hay un montón de iglesias, unas bien conservadas... otras ni las encontramos. De las mezquitas, queda bien poco.

Una boda.


Iglesia de la Santa Trinidad.



Lo que queda de la Mezquita Roja después del bombardeo alemán de la 2ª Guerra mundial.


Vendía cuatro postales en la única sombra que había.



Iglesia de la Dormición de la Virgen.
Pasamos por la Iglesia de la Dormición de la Virgen que fue construida sobre la antigua catedral ortodoxa. Dentra está el Museo Onufri (100 lekë) que contiene una colección de iconos de este pintor.
Bajamos rápido para entrar al museo etnográfico (100 lekë) que está en una casa otomana del siglo XVIII. Mucho más bonito que el de Gjirokastra. Así que el que quiera ver cómo se vivía en otros tiempos, que vaya a éste.
Luego nos fuimos al hotel Mangalemi a comer. Bien y barato como siempre.
Por la tarde recorrimos la parte más nueva de la ciudad. Aparte de cambiar dinero, no hicimos gran cosa. Bueno sí, nos unimos a las familias que salen de paseo por la arboleda que bordea el río. Es que no hay más que hacer.
Nos fuimos a cenar y a la cama que al día siguiente toca ir a Gjirokastra...por otra de estas no carreteras.

Museo etnográfico de Berat.

8 de agosto: de Berat a Gjirokastër
Pensamos que este recorrido sería un paseo. Total, en el mapa se veía al lado. Lela, la dueña del Hotel Osumi, nos aconsejó que no fuéramos por la montaña porque estaba intransitable (ella no se imaginaba por dónde habíamos estado en el norte, je, je). Nos dijo que rodeáramos por Fier, aunque visto lo visto, yo creo que da igual ir por un sitio u otro porque todo está fatal.
Al poco tiempo de salir de Berat nos encontramos con una cosa que se hacía llamar zoo. Paramos para que Balma viera los osos. Las condiciones en las que tenían a los animales eran vergonzosas. Hasta tenían un collie en una jaula como animal exótico.
Arrancamos hacia atrás dirección Lushnnjë y desde aquí a Fier por mejor carretera. Después de un bonito atasco cogimos la dirección de Gjirokastra pasando por Tepelenë. Aquello no se acababa nunca; curvas, obras, baches... Desde Tepelenë a Gjirokastër la carretera mejora y se puede ir a 120 (toda una hazaña!).

El "zoo"
Por fin llegamos!
Gjirokastër es una ciudad de unos 35.000 habitantes absolutamente exquisita a mi modo de ver. A unos les gustó más Berat porque se ve un conjunto más uniforme. Pero las casas-torre otomanas y esos tejados de pizarra... son realmente elegantes.
Fue declarada ciudad-museo por el régimen comunista en 1961 por la sencilla razón de que aquí nació Enver Hoxha y desde 2005 es Patrimonio de la Humanidad. También es la ciudad natal de Ismael Kadaré, Príncipe de Asturias 2009, que le dedicó una de sus novelas "Crónica de la ciudad de piedra".
Nada más llegar, fuimos directos al Hotel Kalemi y tuvimos la suerte de que nos dieran la suite para dormir y una habitación con baño (35 euros/habitación). Es una magnífica casa tradicional . Me dio pena que tuviera una rehabilitación un tanto deficiente para el diamante en bruto que es la casa. No sé, los materiales de los baños eran muy deficientes y las preciosas puertas no pueden tener clavados unos tabletos con unas puntas bastorras. Pero bueno, en conjunto es deliciosa y por supuesto el mejor hotel de la ciudad.
Una vez instalados, fuimos a comer al restaurante Fantazia (ni fu, ni fa) y subimos a las 4 de la tarde( 43 grados) al castillo. Fue ampliado por Ali Pacha Tepelena y la Gran Galería es realmente impresionante. Además de lo entretenido de la visita, hay que destacar la maravillosa temperatura de su interior, detalle importante dada la canícula exterior. Dedicamos el resto de la tarde a ver casonas de aquí para allá y a visitar la casa natal de Enver convertida en museo etnográfico (visita que se puede obviar perfectamente). también compramos dos bonitas toallas de la bandera albanesa que es tan guapa por 300 lekë las dos. Normal que se destiñeran al primer lavado.
Fuimos a un restaurante en lo alto de la ciudad que no tenía cocinero. Así que nos pidieron 2 pizzas por teléfono y ¡ a disfrutar de la ciudad iluminada!


La suite que nos dieron en el Hotel Kalemi.


La habitación de Belén.





La gran galería del castillo.


Kronikë në gur... Ismaïl Kadaré.




Casa-torre Zekate.


La casa natal de Ismael Kadaré.
Se la donó al ayuntamiento pero caerá antes de que la rehabiliten.
9 de agosto: Gjirokastër-riviera albanesa.
Desayunamos y salimos zumbando hacia el Ojo Azul (Syri Kaltër). Tuvimos que preguntar varias veces, como siempre. Bueno, pues el famoso Ojo es un profundo manantial azul oscuro que está dentro de un parque nacional y del que en 2005, por ejemplo salían 7'5 metros cúbicos/ segundo (había una placa con las medidas de distintos años). Vamos, que me llena la piscina en 3 segundos. Es decir, que ves cómo de repente se hace un señor río.
Syri Kaltër.


Y seguimos hacia el sur camino de Butrint. Por supuesto, en Albania no existen las circunvalaciones así que es obligatorio cruzar Sarandë. Esta ciudad merece un comentario. Sólo la cruzamos y recomendamos encarecidamente no visitarla porque es lo más horrible y caótico que he visto en mi vida.
Si decimos que es una ciudad turística costera se podría pensar en cualquiera de la costa del sol, pero ni eso! Es lo nunca visto. No tiene ningún tipo de organización urbanística. Es decir, que los edificios se hacen donde les da la gana. Hemos visto alguno que no tienen ni calle de acceso; se entra por caminos entre otros dos edificios.
Hay otros a los que se les olvidó cimentar y se han caído enteros, como en los dibujos animados.
Al parecer, el dinero "b" se invierte en construcción loca y gasolineras.
Continuamos por la carretera de la costa hacia el sur y tras recorrer unos 20 km. llegamos a las ruinas arqueológicas de Butrint. Se encuentran en una zona privilegiada porque están en una especie de península donde por un lado hay una laguna que conecta con el mar Jónico.
Como enfrente está la isla de Corfú, hay montones de turistas de los cruceros que hacen escala allí. vamos, que este debe de ser el lugar más visitado de Albania por los extranjeros.
Este enclave estuvo habitado desde el siglo XII a.c. hasta el medievo tardío cuando fue abandonado definitivamente. Así que por aquí pasaron prácticamente "todos" y dejaron su huella. Es Patrimonio de la Humanidad y sólo se ha excavado una quinta parte de la ciudad.
Después de achicharrarnos de calor, volvimos hacia Sarandë.


Unas fotos de Butrint







Después de subir al cielo y bajar al mar varias veces llegamos a Qeparo que es donde nos había recomendado la italiana que conocimos en Krujë. No es un núcleo urbano propiamente dicho. Más bien es una agradable playa salvaje de guijarros con pequeños hoteles a lo largo de la costa. Los recorrimos todos y no había nada libre. Comimos la mar de bien en un chiringuito. Buen pescado fresco, pulpo a la plancha y unos calamares maravillosos.

Playa de Qeparo. Los mejores calamares de mi vida.

Seguimos subiendo por la riviera hasta Dhërmi, otro lugar en la costa en el que tampoco hay pueblo. No sé, es como que, de un año para otro, los albaneses se hubiesen dado cuenta que tenían una costa y que podían disfrutar de ella. Entonces empezaron a hacer hotelitos con mayor o menor fortuna y bueno, resulta una ensalada peculiar donde te encuentras obras abandonadas, chiringuitos de playa, caminos sin asfaltar, B&B, jóvenes y jóvenas de dudosa estética balcánica, mucha cadena de oro a juego con anillaco en ellos, y mucho brillo en ellas. Básicamente es turismo interior y de países limítrofes con poder adquisitivo. No obstante, todo esto no consigue quitarle un ápice de belleza a la riviera.
Bueno, y a lo que íbamos, después de preguntar en todos los hoteles que encontramos, logramos conseguir una grandísima habitación para todos en el Hotel 2000 con grandísima terraza al mar al precio de 100 euros/día. Lo tomas o lo dejas. Estuvimos bien, la verdad. El hotel tiene una cala guijarrosa con tumbonas gratis para los huéspedes y un restaurante donde casi tocas el agua.
Cervecita al atardecer, noches amenizadas con música albanesa que se oye desde la terraza y con la que acabamos bailando...y la luna en el mar riela. A lo lejos se ven las luces de los cruceros que pasan constantemente, supongo que camino de Corfú.


Hotel de Dhërmi.
10 de agosto: Dhermï.
Día de relajo total. Playa, comer, beber... Unos se dedicaron a bañarse una y otra vez, otros a leer y yo a coger piedrecitas, una manía como otra cualquiera, que engancha porque al final todos acaban cogiendo. Total, tres bolsas. Son todas tan guapas...
Por la noche, como no hay nada que hacer, fuimos a dar un paseo por lo que se suponía que sería el paseo marítimo. A oscuras y sin asfaltar caminamos intuyendo la mar al lado por el sonido suave de las olas. Qué hace la gente aquí para divertirse en vacaciones? Pronto dimos la vuelta para encajar las piedras en la maleta.




Aunque éste es el sol, la luna en el mar riela...



Me traje exactamente 3,800 kilos !




Vaya pintina que tenemos! No se pueden hacer fotos recién salidos de la playa.

11 de agosto: Dhermï- Tiranë
Nos levantamos temprano y fuimos a desayunar para aprovechar un poco la playa antes de irnos. Decir que el turismo que vimos era básicamente de familias de países limítrofes con padre mafiosete. Bueno a lo mejor es la estética de la zona: coche potente, cordón de oro al cuello, sello gordo en el dedo, mirada sobrada...
Estuvimos hasta las 10.30 en la playa y nos subimos a duchar porque la habitación había que dejarla a las 11.
Para subir por la costa tenemos que pasar el alto de Logarasë. Te "elevas" a 1027 m. sobre el nivel del mar, en muy pocos km. y muuuuuchas curvas. Vista espectacular de la costa totalmente virgen. Arriba hace mucho viento y casi frío.
Esta cadena montañosa marca simbólicamente el fin de la zona de influencia griega en Albania y el principio de la zona de influencia italiana.
El paisaje cambia en la bajada con bosques de pinos.

Riviera albanesa


La carreterita de subida



Alto de Logarasë


Paramos en Radhimë a comer en un restaurante al lado del mar. No sé cómo son capaces de hacer esos calamares tan gloriosamente ricos. Todo buenísimo, fresco y muy barato. Al pagar nos confundimos y dejamos un billete de menos. Salieron detrás de nosotros. Qué vergüenza! pensábamos que habíamos dejado propina...


Playa de Radhimë.


Éstas son las cosas que tienen que cuidar.

Seguimos rumbo norte y tras pasar Fier, paramos a visitar el Monasterio ortodoxo de la Natividad de la Virgen de Ardenicë. Los comunistas querían destruirlo en 1967 pero la historia lo salvó porque aquí se casó y fue coronado el inefable Skëndenberg.
Por fin llegamos a Tiranë y entramos hasta el hotel sin perdernos. El coche va lleno de barro y con dos pinchazos lentos que nos han hecho parar de vez en cuando a inflar las ruedas. Da pena verlo pero Alberto se niega a lavarle la cara.

Charlamos un poco con la gente, cenamos y a dormir.

Ardenicë.


La gorrilla que nos cuidó el coche.


Ghira, la mejor amiga de Balma
12 de agosto: vuelta a Bari.
Fuimos a devolver el coche ya con las maletas. El dueño del negocio se puso a echar pestes en Albanés cuando lo vio. Qué esperaba con esos caminos! menos mal que los empleados fueron muy amables y hasta nos llevaron al aeropuerto cuando les pdimos un taxi. Les dimos una buena propina.
Una vez que pasamos el control de pasaportes, estuvimos merodeando por las tiendas para gastar los últimos dineros y de repente Alberto me viene a avisar que están llamándome por los altavoces. Vamos a preguntar y me dicen que deje el pasaporte en el control y que vuelva atrás a ver a la policía. Yo sola. El policía sólo habla albanés y alguna palabra de inglés; así que por gestos y poco más logramos entendernos. Primero intuyo que pregunta si llevo un objeto alargado y yo le digo que son planchas del pelo. Me contesta que no y me pregunta: café? y me viene la luz. Había comprado un molinillo de café con forma de supositorio gigante. Después me dice "souvenir" "beach". Abro la maleta y le enseño las bolsas de piedras que había cogido en la playa. En la pantalla del ordenador parecían cualquier cosa. El tipo se mondaba de risa.
Comimos en el aeropuertoy en 45 minutos ya estábamos en Bari. Esta vez cogimos en bus que te deja en la estación de tren y nos fuimos andando hasta el hotel. Qué delicia de ciudad, tan de Europa del sur...
Cómo no, en el hotel nadie nos esperaba. Llamamos y llamamos al móvil del paquistaní y después de una eternidad, se dignó a contestar. Todavía le tuvimos que esperar un buen rato hasta que llegó con la llave. Esta vez nos dio la habitación del piso superior, más grande y silenciosa.
Fuimos a cenar a La Buffala que se acordaba de nosotros.

13 de agosto: Bari-Madrid
Como no habíamos comprado nada en el viaje, aprovechamos en Bari. Es lo que tienen los italiano: estilo.
Aeropuerto y Madrid.
Que buen recuerdo me queda de Albania. Sus gentes amables, el paisaje del norte, la riviera, Berat, Gjirokastër... Lugares para ver y una sociedad joven y emprendedora.